Para estas fiestas mi madre ha obligado a mi abuela a escribir tarjetas con saludos navideños.
La idea es que esas tarjetas después se mandan por correo (el de los buzones y los sobres que se lamen) a las amistades de toda la vida para que las pongan de adorno en sus árboles de Navidad.
Mi abuela desempolva la libreta. Se pone los anteojos. Me pide un lápiz. Primera página. Lee. Tacha.
Y aquí estamos mi abuela Juana y yo en el living de su casa, cruzándonos de brazos después de que madre se fuera al trabajo y cerrara la puerta echándonos una mirada de "no vayan a dejar de hacerlo".
Juana baja la vista suspirando, como para evitar mirar la pila de tarjetas de "Pintores sin manos" acomodada sobre la mesa.
Me pide que le alcance la libreta de direcciones. Busco debajo de unas gordas guías telefónicas (esas listas de apellidos y números que se usaban cuando no había internet) y encuentro un cuaderno sucio con las hojas resquebrajadas bien amarillentas.
Mi abuela desempolva la libreta. Se pone los anteojos. Me pide un lápiz. Primera página. Lee. Tacha.
Lee. Tacha.
-¿Y, nonne? ¿A quién le mandamos la primera tarjeta? -un hermoso paisaje alpino bajo la luz de la estrellita de Belén fruto del esfuerzo maxilar de una joven arrollada por un ferrocarril está esperando ser enviado como caluroso saludo.
-El ingeniero Achával murió de cirrosis en el 95. Allegra, mi prima del friuli, cumpliría 125 años este otoño. Rubén Ansaldi falleció el año pasado. Estuvimos en el velorio ¿te acordás? No, fui con tu mamá.
-¿Te traigo un sacapuntas?
-Argañaraz, 1987, cáncer de colon. Aries Adelina, la que trabajaba en Gath y Chaves, neumonía e infeccion hospitalaria, 1999...
Mientras ella tacha y tacha, pienso: Claro, cuando naciste en 1920 no muchas de tus amistades pueden abrir una carta. Ni respirar. Ni nada.
...Bernabei, hará quince-diecisiete años, a pesar de lo que dijeron yo creo que fue a los golpes; el marido era muy agresivo.
Sigue tachando. Pasa la página.
!Ah, acá está!:
Choli, mi pedicura. Vino el mes pasado a atenderme.
Pequeñas e inevitables obligaciones sociales (el fin de año y la llegada de las fiestas las potencian al absurdo): mandarle una tarjeta navideña a tu pedicura.
Termina de escribir, firma y me pide que le alcance un sobre.
Lo bueno de mi abuela es que, entre tantos mancos y rengos, va tanteando el camino que la saque del oscuro laberinto de la sociedad:
[Querida Choli: Mis uñas crecen cada día más fuertes y radiantes, al igual que mi afecto hacia usted.
Felices fiestas le desea, Juana B. G.]
5 comentarios:
una medio genia tu abuela!
Esto no es un comentario ¿No tenés twitter? La mirada leporina iría muy bien en 140 caracteres y hay unas cuantas cosas interesantes...
Señorita Leporina: su nonna es lo más. Y conserva la vieja caligrafía inglesa de la escuela normal. Un lujo.
Mi abuela tenía una amiga, apodada Chola, con la que se hablaba (telefónicamente) todas las semanas. Un día la Chola dejó de llamar. Mi abuela discó numerosas veces los 2 o 3 números que tenía agendados, sin obtener respuesta, por lo tanto asumió que su amiga Chola había fallecido.
Como 6 meses después, debidamente realizado el duelo, yo estaba de visita en su casa y suena el teléfono:
- ¿Hola?...¡Hola! (veo como la cara de mi abuela se transforma)...¿Chola? ¿Sos vos? CREÍ QUE ESTABAS MUERTA!!!
La Sra. Chola había pasado esos 6 meses en un neuropsiquiátrico, internada por no se cual familiar garca que se quería quedar con sus bienes, hechos que la dotaron de una sonora voz de ultratumba que colaboró a darle a mi nona el cagazo de su vida...
juana bautista
supremo
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