Otra cosa que me pasa es que tengo que dar clases a partir de agosto en una materia. Voy a dar clase sobre marxismo, posmarxismo y crítica literaria en la Argentina, por eso me encuentro inmersa en la lectura de diversos materiales. Pero lo que de verdad me preocupa no es la lucha de clases o los modos sofisticados de entender materialmente las experiencias estéticas sino el hecho de que, como parte de mi tratamiento, la ortodoncista me ajustó los brackets de modo que tengo un agujero importante entre incisivo e incisivo que son, sí, los tedien de adelante, las paletas, y mi aspecto por estos días es un poco desprolijo, irregular, desolador, corte niño vagabundo o campesino de los simpsons. Entre tecla y tecla tengo un boquete bastante notorio, medio centímetro de nada en el medio de la boca. Tampoco es tan terrible, de hecho me da cierto aire de distinción al estilo Madonna o Luis Miguel.
Bien mirada, una sonrisa inglesa incluso. Además puedo tomar mate con la boca cerrada y sin abrir la mandíbula: la bombilla pasa nomás entre los dos dientes y esto es muy útil para tomar mate mientras estudio.
Hay que ver el lado bueno de las cosas, el aspecto lleno del
agujero, la presencia ahí donde hay una falta. Me preocupa mucho la reinvención
de un pensamiento crítico detrás del relativismo de la valoración en los
albores del siglo XXI y también qué tipo de cosas puedo llegar a escupir por
esa grieta mientras esté hablando en clase.
Quizá lo mejor sea encarar la cuestión por el lado de la
caída de los grandes relatos y conseguir algún tipo de objeto que me tape un
poco el hoyo dental este, alguna clase de semilla, un beldent por qué no, o
encajar un tictac.
Lo cierto es que me tengo que poner a estudiar fuerte porque
soy una primeriza en esto de la docencia y algunos textos que están en el
programa son revistas literarias bastante extensas. Ayer compré la que me
faltaba, la colección completa de Los Libros en edición facsimilar y me salió $400. Son
cuatro tomos de puro debate comprometido y modernización teórica. Tengo que
estar a la altura y no preocuparme más por este hueco, por esta grieta;
preferiría llamarlo “ventanita”, me siento más cómoda así, aunque suene un
poco tonto, de hecho me remite de modo directo a Romina Yan (1970-2013), digamos
“abertura” hasta que se me ocurra un sinónimo más digno.
En fin, el cordobazo lo hicieron también los mancos, los rengos, los tuertos. Huevo, huevo, huevo! que no decaiga. Auerbach escribió Mímesis sin su biblioteca. Estas comparaciones me causan un poco de gracia. Pero por el momento, preferiría no reír.