Ayer 28 de marzo la Biblioteca Nacional amaneció militarizada.
Esta brutalidad puso haber sorprendido a muchos.
No a las niñas leporinas, faltaba más, que habíamos leído sobre el oscuro episodio mucho antes, en nuestra escuelita de chicas de letras.
Y es que Borges anticipa la gestión macrista de la Biblioteca Nacional en su célebre “Poema de los drones”:
Nadie rebaje a lágrima o chicana
esta declaración de la maestría
del Pro, que con magnífica ironía
nos dio a la vez los libros y la cana.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a gendarmes. Sin luz sólo queda
leer en las bibliotecas de los sueños
o donde sea gratis, y se pueda
zafar de Edenor. En vano Pía
y Horacio han dado esfuerzos y razones
arduas como las arduas discusiones
que sostuvieron con autonomía.
Enciclopedias, atlas, el demente
Avelluto, Manguel, policías,
símbolos, vallas y gendarmerías,
blindan los muros minuciosamente.
Violenta en la sombra, la palabra hueca,
pródiga en excusas esa usura
que tiene por gastos a la cultura,
programas, derechos y bibliotecas.
Cultura o Macri, miro este amarillo
rumbo que se deforma y que se apaga
en una rápida paliza vaga
que se parece a un ceo con gatillo.
martes, 29 de marzo de 2016
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