-séptima temporada-

domingo, 28 de febrero de 2010

Capacidad limitada

Tres alfajores Shot y una Coca Zero, eso me vendría bien para cargar energías y seguir viaje. Mi abuela Juana quiere orinar. Pongo el guiñe y dejo la autopista.
La YPF está abarrotada. Es una de esas que tienen una cafetería para comprar golosinas importadas, con azulejos limpios y café en vasos de telgopor. Esperamos.



Mi abuela no se impacienta, quizá ya olvidó que estamos haciendo fila para estacionar y que vaya al baño. Quizá ella cree que estamos en camino. A fin de cuentas es igual, pura espera.

Sin avanzar un solo centímetro seguimos en la fila de autos. Mi abuela levanta la mano con lentitud, veo los nudillos hinchados. Señala. Frente a la puerta del drugstore hay un espacio libre para estacionar, marcado en el piso con pintura amarilla y un cartel que dice "Reservado para discapacitados".
La miro, sonríe.
-Decile al empleado que necesitás el espacio para tu abuela agonizante. Yo me encargo del resto.

Obedezco y me bajo del auto. Me acerco a un playero esforzando mi cara de turbación.
-Hola ¿Qué tal? Mirá, en ese auto llevo a una persona con... (incremento el gesto de turbación un 70%)... dificultades. ¿Podría estacionar en aquel espacio?
-Por supuesto. Está para eso. Esperame que le pido a esas camionetas que se corran y estacionás.
-Gracias.

El chico se saca la gorrita  y les hace señas a dos conductores. Ambos bajan el vidrio y empiezan a discutir con el playero.
Me subo al auto.
-¿Qué te parece así, querida? -veo que mi abuela quiebra el cuello, entreabre la boca y agita los brazos pegados al cuerpo con movimientos cortos, ensaya convulsiones.
Sospecho que, en realidad, la actuación la rejuvenece.
-No, no te preocupes, no hagas nada. No creo que ni siquiera nos miren cuando bajemos.

Con el camino ya despejado, avanzo despacio esquivando coches y gente y estaciono frente al negocio.
Después de bajar del auto y dar la vuelta, abro la puerta del acompañante para ayudar a mi abuela a salir, como siempre.
Cierro la puerta, subimos despacio a la veredita. Entonces escucho de atrás:
-Ah, es una persona mayor -el playero nos inspecciona de arriba abajo.

Yo: Sí, es una persona grande y tiene dificultades para caminar, es muy mayor. Por suerte la puerta del baño está acá nomás.
Playero: Bueno, abuela, trate de hacer rápido, porque en cualquier momento puede venir alguien en silla de ruedas y pedirme el lugar.
Juana: Más abuela será tu abuela. (Juana detesta que la llamen "abuela")
Yo: No hay que preocuparse -la interrumpo rápido, el odio le da un aire de vitalidad que no nos conviene-; si aparece alguien con una dificultad mayor nos organizaremos de alguna manera.
Playero: Ah, ¿y cómo nos vamos a organizar?
(La nona y yo cruzamos miradas.)
Yo: Y bueno... hay que ver quién necesita más el espacio; quién tiene más problemas...Como un concurso para el espacio de discapacitado. Me parece lo más justo, ¿no?
Playero: Y... sí.
Juana: Yo diría que si viene un ciego tartamudo hay que cederle el espacio, lo merece.
Yo: Sin lugar a dudas. ¿Y qué sucedería con un mogólico rengo?
Juana: Ah, no. Mogólico rengo mata ciego tartamudo.
Yo: Es claro.
Juana: Habría que ver el caso de un hemipléjico con enfermedad terminal...
Yo: Y... depende de cuántos órganos tenga tomados por el cáncer. El tema es si junto con él aparece un autista esguinzado.
Juana: Fácil. Es como sucede en el póker con los valores del color y el full dependiendo de la cantidad de jugadores. Si hay más de cuatro coches disputando el lugar, gana el hemipléjico canceroso. De lo contrario va el autista.
Yo: Perfecto. Nos queda determinar una serie de oscuras malformaciones...
Playero: Vayan, vayan. No hay drama.

Dejamos atrás al chico de la Shell y caminamos del brazo hacia el baño.
Ya sentadas en el patio de comidas del drugstore, tomando gaseosa dietética y saboreando los alfajores, mi abuela me comenta con la mirada perdida en la playa de estacionamiento que rebalsa de autos:
-Ese muchacho... tenía algunas dificultades, ¿no?

lunes, 22 de febrero de 2010

En el hipermercado

noté que el amor también consiste en retener

;

espié la marrón intimidad de unos seres vivos


y el cadáver de un cerdo me invitó a tomar una copa
.


Después sospeché que un pez había visto su imagen reflejada unos segundos antes



(si fuera pez, el día de mi muerte me gustaría que me enterraran en hielo, entre Orsi y Minaya
).


En otra sección, unos resortes anaranjados se comprimían y brillaban sin estrangularse
,


mientras un hermoso señor con esclerosis múltiple era empujado por su hija hacia la góndola de alimentos en conserva

.


En fin,
hay la agresividad de los mataderos, la violencia de las bolsas plásticas, la barbarie de los asados de comienzo de año. Y hay el cordero que resiste
.



Todo puede sonreír
.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Modelo




Una fotógrafa leporina sabe...



Click aquí para ver la imagen dentro de la galería de Minaya Garcí Pochita.

...que siempre es importante sonreír en las fotos.